El viejo cementerio del Hospital Psiquiátrico de Conxo es un lugar olvidado, y al olvidarlo, también lo hacemos con las personas que están debajo de su tierra, que alguna vez fueron alguien aunque en vida, sólo por su estado mental, estuvieron relegados a un plano casi inexistente en la sociedad.
Para mí, la actividad de voluntariado que se realiza ahí, sirve para desenterrar ese olvido y hacer un sitio digno para quienes están ahí debajo. Da mucha lástima ver lápidas con nombres casi borrados por la erosión, así como ver sólo cruces con números, malas hierbas rodeando las tumbas, descuidadas, salvajes. No es sólo una cuestión ambiental.
También está el hecho de que es una actividad que conlleva a un estado de bienestar; llevamos a cabo un increíble trabajo físico entre cavar, cortar la hierba, rastrillar la tierra y otras cosas. Mejora mucho el estado de ánimo, ayuda a trabajar la autoestima y las habilidades sociales, la actitud hacia el trabajo. Tiene un efecto antidepresivo, reduce el estrés y modifica considerablemente los malestares o trastornos de sueño, entre otros efectos en el cerebro y el cuerpo. Hablamos de una actividad que complementa perfectamente otras actividades llevadas a cabo en la asociación que se preocupa por el bienestar mental de sus usuarios.
Es muy importante dar continuidad a los cuidados realizados en el viejo cementerio, porque a través de los voluntarios, usuarios o no, se está rehabilitando un espacio que como he dicho antes, se encuentra muy olvidado, se están fomentando valores y cambiando viejos conceptos que se tenían con las personas que están en un psiquiátrico, quitando el estigma sobre ellos. Hoy en día ya no me imagino a nadie llamar a los enfermos del psiquiátrico "endemoniados", como no me imagino aislar sus restos de otros en cementerios condenados al olvido.
Y por otra parte, los que acudimos cada miércoles ahí, sin proponérnoslo estamos en un proceso de curación y desintoxicación personal, absolutamente todos. Creo que no hace falta tener diagnosticado un trastorno mental para darnos cuenta de que cualquier persona necesita hacer este tipo de cosas de vez en cuando.
Es sumamente saludable, por lo que recomiendo que cualquiera que me lee, no relacione nuestras actividades con enfermedades mentales. De alguna forma todos estamos un poco enfermos, todos tenemos algún grado de cansancio en nuestra mente, un síntoma de tristeza o apatía sobre todo en los tiempos que corren. Cualquiera, por muy escasas que sean vuestras sospechas de la necesidad de acudir a una asociación como Itínera, es bienvenido a acercarse a cortar de raíz, nunca mejor dicho, esas espinitas emocionales que tengáis clavadas.
Para mí, la actividad de voluntariado que se realiza ahí, sirve para desenterrar ese olvido y hacer un sitio digno para quienes están ahí debajo. Da mucha lástima ver lápidas con nombres casi borrados por la erosión, así como ver sólo cruces con números, malas hierbas rodeando las tumbas, descuidadas, salvajes. No es sólo una cuestión ambiental.
También está el hecho de que es una actividad que conlleva a un estado de bienestar; llevamos a cabo un increíble trabajo físico entre cavar, cortar la hierba, rastrillar la tierra y otras cosas. Mejora mucho el estado de ánimo, ayuda a trabajar la autoestima y las habilidades sociales, la actitud hacia el trabajo. Tiene un efecto antidepresivo, reduce el estrés y modifica considerablemente los malestares o trastornos de sueño, entre otros efectos en el cerebro y el cuerpo. Hablamos de una actividad que complementa perfectamente otras actividades llevadas a cabo en la asociación que se preocupa por el bienestar mental de sus usuarios.
Es muy importante dar continuidad a los cuidados realizados en el viejo cementerio, porque a través de los voluntarios, usuarios o no, se está rehabilitando un espacio que como he dicho antes, se encuentra muy olvidado, se están fomentando valores y cambiando viejos conceptos que se tenían con las personas que están en un psiquiátrico, quitando el estigma sobre ellos. Hoy en día ya no me imagino a nadie llamar a los enfermos del psiquiátrico "endemoniados", como no me imagino aislar sus restos de otros en cementerios condenados al olvido.
Y por otra parte, los que acudimos cada miércoles ahí, sin proponérnoslo estamos en un proceso de curación y desintoxicación personal, absolutamente todos. Creo que no hace falta tener diagnosticado un trastorno mental para darnos cuenta de que cualquier persona necesita hacer este tipo de cosas de vez en cuando.
Es sumamente saludable, por lo que recomiendo que cualquiera que me lee, no relacione nuestras actividades con enfermedades mentales. De alguna forma todos estamos un poco enfermos, todos tenemos algún grado de cansancio en nuestra mente, un síntoma de tristeza o apatía sobre todo en los tiempos que corren. Cualquiera, por muy escasas que sean vuestras sospechas de la necesidad de acudir a una asociación como Itínera, es bienvenido a acercarse a cortar de raíz, nunca mejor dicho, esas espinitas emocionales que tengáis clavadas.
Qué ganas de volver a medioambiental me han entrado leyéndote. Y es que tienes toda la razón...
ResponderEliminar¡Vuelve cuando quieras Carol! Con esos bíceps tuyos nos serás de gran ayuda jajaja (¡sigo flipando lo en forma que están!).
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